La Lactancia. Necesidad humana y divina

El calor del día va mitigando su fuerza y la luz se desvanece lánguidamente entre las casas del villorrio cuando los gritos de la parturienta desgarran el silencio del vecindario. Desde el pabellón del nacimiento el jadeo sofocado por el dolor espasmódico del vientre fecundo, solícitas y experimentadas comadronas intentan suavizar con sus voces sabias y quedas el dolor que marca el comienzo del parto. El sudor profuso abundante y frío empapa el negro trenzado del largo cabello, y baja en abundantes y en finos regueros hasta la base del cuello dejando una pista transparente en la piel…

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